Escudo de la República de Colombia

El desarrollo alternativo ha fracasado

4 de septiembre

Por: Mariana Delgado

El pasado 4 de septiembre se llevó a cabo la conferencia “La cooperación internacional: el caso de la cooperación para el desarrollo alternativo en la guerra global contra las drogas”, que estuvo a cargo de Érica Rodríguez Pinzón, doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Autónoma de Madrid, profesora asociada del Departamento de Ciencias Políticas de esta misma universidad y coordinadora de América latina en el Think Thank Fundación Alternativas. Conversamos con Érika sobre este y otros temas relacionados con la cooperación internacional para el desarrollo en el país.

 



Escuche el audio de la entrevista

 

 

¿Cuál es el estado actual de la guerra global contra las drogas?

 

Es un estado complicado, hay grandes críticas a esa guerra porque ha producido pocos resultados. Además es una guerra que se ha planteado en términos de securitización y lo que hemos visto con el tiempo es que es una guerra que ha producido más daños colaterales que el propio fenómeno que intenta tajar. Tenemos unas drogas que son problemáticas, hay un problema de sanidad y también hay problemas de seguridad asociados a la forma en que se ha combatido el problema de las drogas ilícitas. La cuestión de cómo se ha problematizado es lo más grave del asunto. Lo que encontramos hoy en día es una gran polarización a nivel global y una falta de recursos para llegar a un consenso global para hacer una transformación a esa política de drogas, ese es el escenario que tenemos después de 2016, año en que se celebró la última sesión especial de Naciones Unidas sobre el tema.

 

¿Cómo se sitúa Colombia en ese escenario?

 

Colombia es uno de los países clave en ese escenario, primero porque es el mayor productor de coca y además el mayor productor para el mercado norteamericano, teniendo en cuenta que los EE.UU. son los más activos en la formulación de ese tipo de políticas represoras sobre las drogas. Pero a su vez es un país que está comprometido con el proceso de paz y esto le lleva a replantearse todo el tema del desarrollo y de cómo asumir este problema que está asociado al mismo conflicto y ha llevado a que tenga una posición más activa en el panorama internacional. Desde que se pidió a la Asamblea de las Naciones Unidas que se reuniera antes de lo que estaba previsto en 2016, Colombia asumió un papel activo en esa solicitud de una transformación. Es un país con voz, pero es un país con graves dificultades impuestas por esa misma forma de lucha.

 

¿Cuál ha sido el papel de la cooperación internacional para el desarrollo alternativo en estos últimos años?

 

La cooperación al desarrollo, concretamente en el tema de sustitución de cultivos ilícitos, viene ligada a una idea de corresponsabilidad. Cuando se hizo la arquitectura del problema de las drogas se hizo una división irreal entre países productores y países consumidores; eso es una simplificación del problema porque hoy en día nos encontramos con una serie de sustancias que tienen un consumo y una prevalencia mucho más alta que la coca o que la heroína o la marihuana, de origen químico y que vienen de países que a su vez son consumidores. Además esa distinción entre consumidores y productores se ha desvanecido, pero basada en ella se creó el sistema de cooperación internacional que señalaba que los productores necesitan recibir ayuda por parte de los consumidores. Los consumidores están en el norte global mientras que los productores están en el sur global. Inicialmente se plantean preferencias arancelarias porque se entiende que este es un problema de falta de oportunidades comerciales para los productos agrícolas. Este sistema de cooperación internacional se complejiza cuando entramos al siglo XXI y se busca la eficacia y eficiencia de la ayuda, en este sentido, el desarrollo alternativo va aparejado, intentando buscar soluciones más amplias, entrando al terreno, entendiendo que el problema es más complejo que la falta de mercados. Esto en Colombia se va a materializar, una parte, a través del Plan Colombia que intentará tener un componente social, condicionado por los EE.UU. y su visión de la lucha contra las drogas, y por otra parte con la entrada de agencias multilaterales como UNODC.

 

Colombia es un país receptor de cooperación internacional ¿Cómo cambia o cómo se diversifica esa ayuda teniendo en cuenta la firma del acuerdo de paz con la antigua guerrilla de las FARC? ¿Qué tipo de apuestas y proyectos comienza a apoyar la cooperación internacional?

 

Colombia es un receptor de cooperación, pero no es un país típico receptor de cooperación porque es un país de renta media y desde las crisis de 2008 y 2012, en Estados Unidos y en Europa, los países de renta media ya no son receptores habituales de cooperación. El caso de Colombia es excepcional y está dado en buena parte por el conflicto armado y por una forma de securitización de la ayuda, en donde hay conflictos la ayuda existe porque se entiende que hay unas necesidades y unas debilidades que crean ese conflicto. En ese sentido, la firma del acuerdo de paz abre un nuevo capítulo y se busca que la cooperación internacional se articule al posconflicto. Al ligar la cooperación a la implementación del posconflicto hay un cierto intento por coordinar a los donantes, eso hace que se creen grandes fondos y que estos busquen la articulación con la implementación de los puntos del acuerdo, hasta ahí todo va bien.  Pero en la práctica el asunto es más difícil, los problemas del país van más allá de la implementación de los acuerdos, hay que entender que el posconflicto cubre una parte del país y el país tiene graves problemas en materia agraria que van más allá de las zonas en donde estaban las antiguas FARC. El acuerdo de paz no es un plan de desarrollo, el plan de desarrollo es mucho más grande y es el que debería contener la globalidad de los problemas agrarios de Colombia. Hay una limitación de esas políticas contenidas dentro del acuerdo de paz y es que estas sólo llegan a una parte del territorio, además se ven afectados por las condicionalidades políticas que se han puesto en la implementación del acuerdo. El acuerdo tiene una oposición altamente ideologizada, el gobierno debe enfrentarse a ella y buena parte de esa oposición está dentro del partido del gobierno que hace que sea muy difícil que tenga las herramientas y la voluntad para la implementación. Esto además se complica si se tiene en cuenta que los donantes no ven resultados rápidamente y ahí hay un agotamiento por parte de los mismos. Hoy en día no hay tanta disponibilidad de fondos, además hay mayor control y petición de resultados por parte de las ciudadanías.

 

El tema de construcción de paz en el país pasa necesariamente por el tema de drogas ilícitas. La agenda de desarrollo es mucho más amplia que el tema del posacuerdo ¿Cuál es la solución al problema de las drogas ilícitas para que la misma implementación de los acuerdos sea efectiva o real?

 

Tenemos dos partes, la solución al problema de las drogas ilícitas no es una cuestión que pueda solucionar Colombia sola porque el problema de las drogas están dentro del mismo marco de la globalización y eso nos trasciende como Estado. Es el mercado que mejor se ha adaptado a la globalización y ha aprovechado sus ventajas. Está el problema de los monopolios, del lavado de activos, mientras haya paraísos fiscales, los capitales del narcotráfico tendrán a donde ir. Lo que le compete a Colombia es intentar organizar su impacto interno. Por supuesto que el activismo internacional es importante y es un país que tiene capital para hacerlo. Pero hay que entender que el narcotráfico no es un problema aislado en Colombia, no es un fenómeno que haya surgido espontáneamente, ni nació de la guerra, esta última se nutrió del narcotráfico, pero las bonanzas económicas emergentes siempre han sido problemáticas en Colombia. La bonanza cauchera, la del algodón, la del tabaco, la de las esmeraldas, todas han traído consigo procesos de violencia que están ligados a la construcción del Estado, un Estado donde la política se ha extendido por medio de la violencia. Mientras el Estado no llegue y mientras no sea inclusivo es difícil que las bonanzas económicas emergentes actúen dentro de una lógica de mercado no violenta porque la resolución de disputas, en general, tiende a la violencia. Por otro lado, tenemos que atender a la cultura de la legalidad y esto es muy importante y que poco se tiene en cuenta en la formulación de proyectos de desarrollo. No solamente hay que dar oportunidades económicas, hay que entender que lo que se debe transformar son las relaciones de las personas con el Estado y esa relación se ve continuamente tensada por el hecho de incumplir, porque el Estado incumple sistemáticamente. Por otra parte, se tiene que ver el tema agrario, este es el tema de la historia de Colombia, llevamos más de 100 años intentando una reforma agraria y no lo hemos logrado aún. Una de las cosas que he encontrado durante mi trabajo como consultora, y que siempre me sorprende cuando voy al campo, es la poca vinculación que tiene la política agraria con la política de sustitución de cultivos ilícitos, como si fueran dos procesos aparte. Por mencionar un ejemplo, cuando uno hace un proceso de consultoría sobre estos temas para un organismo multilateral, visita todas las instituciones, ministerios, la agencia de tierras, nunca he visitado el Ministerio de Agricultura. Llama la atención la poca articulación entre las instituciones y la poca idea de hacer una verdadera política agraria en el país, vemos ejemplos tan graves como lo que pasó con Agro Ingreso Seguro, que no era un proceso de transformación del campo. Esa falta de política agraria en Colombia ha minado la construcción de un Estado inclusivo e incluyente y tiene mucho que ver con esa falta de capacidad de los campesinos para entrar en mercados, porque han sido expulsados de territorios, porque es un país de colonizaciones tardías y porque es un país en donde hay falta de oportunidades para la articulación del campo dentro de los mercados.

 

Mencionaste el tema de construcción de Estado, de los programas de sustitución de cultivos ilícitos y el tema de una apuesta agraria diferente. Hace unas pocas semanas salieron los resultados de una encuesta que realizó el Observatorio de Restitución y Regulación de Derechos de Propiedad Agraria en la que se entrevistó a más de 400 cultivadores de coca que ingresaron al programa de sustitución de forma voluntaria, la mayoría de los encuestados están muy comprometidos con ese programa, sin embargo dentro de los hallazgos del sondeo se resalta la falta de compromiso del Estado y la falta de voluntad política de este gobierno por cumplir unos acuerdos a los que ya se había llegado ¿Cómo lograr una guerra contra las drogas cuando el Estado incumple y cuando tiene una visión distorsionada del campesinado que le ha apostado a un proyecto de vida alternativo?

 

Es importante dejar de hablar de guerra contra las drogas y comenzar a hablar de un desarrollo que sea incluyente, inclusivo y que tenga en cuenta la construcción de ciudadanía, porque ese es uno de los grandes problemas del campesinado. Al campesinado no se le ha considerado ciudadano y eso evidencia que no haya una construcción incluyente de sociedad. En buena parte tenemos que recordar la historia de Colombia en donde la guerra ha sido periférica y el Estado periférico no existe. Muchas veces describo al Estado como una cebolla, en el centro hay un Estado que opera con instituciones fuertes, luego se va hacia la periferia y uno ve cómo el Estado se desvanece poco a poco, el Estado opera menos, a algunas zonas sólo llega con ciertos programas sociales y es incapaz de mantener el monopolio de la violencia. En otras partes el Estado compite con otros actores y en otras partes simplemente desaparece. Con esa construcción tan fragmentada del Estado es difícil hacer políticas efectivas. En esa consideración de ciudadanía uno de los graves problemas que tiene el desarrollo alternativo es que los campesinos no son objetos de cooperación o simplemente beneficiarios, son personas que necesitan construir una ciudadanía efectiva y una integración a la economía liberal dentro de todos los beneficios que esta les puede brindar. Cuando el Estado juega con las ilusiones de la gente porque le pide que participe y aún así no cumple, está incumpliendo con un ciudadano y además le dice que es un ciudadano de otra clase y además está desgastando las posibilidades futuras de construir acuerdos y de construir confianza. Uno de los grandes problemas del desarrollo alternativo en Colombia ha sido que su fracaso no es el fracaso en el tema de las hectáreas cultivadas, el fracaso es el incumplimiento sistemático y la ruptura sistemática de las expectativas de cambio y eso hace que las comunidades cada vez sean más reticentes. ¿Por qué tenemos tantos jóvenes ingresando continuamente a los grupos armados? ¿Qué lleva a que la violencia sea una salida vital? La falta de oportunidades y eso implica que no creo que mi futuro esté ligado a ese futuro que se construye como proyecto común dentro de un Estado efectivo, eso tiene que ver con la falta de confianza. Cuando tenemos campesinos que se comprometen y cuando ven que no hay una parte igual de comprometida estamos minando el futuro, y otra de las formas en que se mina el futuro es la forma en la que técnicamente se ha implementado ese desarrollo alternativo. La búsqueda de productos mesiánicos, el palmito, la pimienta buscamos productos que tengan una salida internacional y que reemplacen de un momentos a otro la coca. No hay nada que reemplace la coca, primero porque las condiciones de la compra son diferentes, la coca te la compran y además te garantizan el pago, más allá de las grandes ganancias que genera ¿Qué producto genera eso? Ninguno. El cacao no nos va a sacar de pobres, el café tampoco, va a ser una combinación de políticas y en eso el desarrollo alternativo también ha fallado por centrarse en buscar ese mesías que nos salve. También debemos tener en cuenta que la políticas de desarrollo debe estar ligadas a las políticas de cambio climático porque tenemos que darnos cuenta que no podemos seguir pensando en un comercio global con una gran huella de carbono en donde ya no podemos competir igual llevando productos a todo el mundo porque van a tener sus limitaciones en la compra. Tenemos que pensar en la seguridad alimentaria y en la biodiversidad de los territorios.