Escudo de la República de Colombia

El futuro político de Venezuela

24 de abril

 

“El futuro político de Venezuela está estrechamente vinculado a la superación de la actual coyuntura”

Por: Mariana Delgado Barón

Con motivo de la conferencia “La deriva chavista” llevada a cabo el pasado 24 de abril en el IEPRI, conversamos con Leonardo Bracamonte, historiador y doctor en Ciencias Sociales, sobre la coyuntura política de Venezuela.

¿Qué caracterizaba a la política (al sistema político) venezolana antes de la llegada de Hugo Chávez a la presidencia?

La sociedad venezolana llegó a naturalizar la idea establecida de que la soberanía popular, la independencia y el desarrollo se relacionaban con el control estatal de la economía petrolera. La misma idea de bienestar social debía ser consecuencia de la distribución de las ganancias que se percibían de la venta internacional del petróleo. En buena medida el régimen democrático establecido a partir de 1958 había buscado legitimidad en esas ideas. La conmoción social y política de finales de siglo tiene que ver exactamente con la ruptura de ese acuerdo, cuando el conglomerado dominante trazó nuevas coordenadas orientadas como un programa de ajuste neoliberal a finales de los años noventa. Esto precipitó una crisis hegemónica que le abrió las puertas a la experiencia chavista a partir de 1999.

 ¿Cuál era la cultura política de ese entonces?

Básicamente provenía o era consecuencia de la estructuración de la economía mineral de inicios del siglo XX, asociada también con la tradición republicana y laica fraguada desde los tiempos de la independencia, a principios del siglo XIX. Probablemente la idea de igualdad también provenga de una sociabilidad específica durante las guerras civiles recurrentes en el XIX. Sin duda que el carácter caudillista se conformó en las guerras de independencia y ha sobrevivido al calor de las transformaciones operadas durante estos doscientos años. En el lapso de 1936 hasta digamos 1998, la existencia de partidos modernos hizo que la presencia de los liderazgos carismáticos se acoplaran a la dinámica de esas organizaciones. Hugo Chávez es producto de una crisis institucional de las organizaciones que se estructuraron durante las primeras décadas del siglo XX, pero también durante el liderazgo de Chávez se estructuró otra institucionalidad. Entre los liderazgos carismáticos y las instituciones no necesariamente se establecen relaciones dicotómicas, aunque sí se pueden presentar tensiones inmanentes a la dinámica social.

 ¿Qué elementos/factores explican la elección de Chávez como presidente en 1998?

Desde años anteriores a 1998 la sociedad venezolana estaba testimoniando en cada una de las citas electorales que sus opciones políticas estaban desplazándose desde los partidos tradicionales hasta otras formaciones. El presidente Rafael Caldera, aunque fue un miembro fundador de uno de los partidos tradicionales (COPEI), se había separado de aquella formación para presentar una fórmula que en campaña enarboló un programa que se distanciaba de las políticas de ajuste. Pienso que lo determinante para el establecimiento de la experiencia bolivariana fue el agotamiento del programa de la democracia social de Punto Fijo y la alternativa que planteaban los partidos de aquel régimen: las políticas de ajuste. Esta opción generó en Venezuela, e igualmente en algunos países de la región, movilizaciones populares que replantearon los proyectos nacionales.  

 ¿Cuáles fueron los pilares fundamentales del gobierno de Hugo Chávez?

La campaña de Chávez estaba organizada con una fuerte oposición a las políticas de ajuste. Pero más allá de una demanda vinculada al rescate de la nación, el contenido propositivo del programa, para 1998, era bastante general. Fue al calor de las confrontaciones con una oposición muy conservadora y sobre todo ante las intervenciones de los gobiernos norteamericanos que se fue perfilando un programa más concreto, nacional-popular, pero también muy importante, en la lógica del ensayo y el error. Las políticas que no daban resultados se podían cambiar regularmente. No había una intensión de aferrarse a un conjunto determinado de políticas. 

¿Qué diferencia a los gobiernos de Chávez y Maduro?

Las diferencias son enormes. Incluso son antagónicas, aunque Maduro haga esfuerzos sistemáticos para presentarse como la continuidad más conveniente de la época del chavismo. Y claro, en verdad hay una continuidad al menos en algunos de los personajes, pero las prácticas, “las políticas” y el sentido fundamental de un proceso se han transformado. Chavismo no es madurismo, aunque son discernibles las interdependencias entre un fenómeno y otro. Chavismo es la democracia constitutivamente asociada como exceso plebeyo, es el mayor desafío democrático a la implantación social de toda jerarquía arbitraria. Madurismo es la forma degradada que devino en anti-chavismo oligárquico, consistente en la operación continua de efectuar parricidio político como su inherente condición de posibilidad. Se sostiene aquí que es la peor expresión de antichavismo en primer lugar porque su control del poder político se sustenta en el usufructo del capital político-cultural acumulado durante los gobiernos liderados por Hugo Chávez. El madurismo es un movimiento regresivo que consiguió excluir en pocos años a las mayorías politizadas que había incluido la experiencia chavista en el lapso anterior a 2013. Aunque también es verdad que solo desde el chavismo se podría producir algo como el actual conglomerado dominante burocrático-militar. 

Con la situación de crisis que se vive en Venezuela ¿Qué sostiene al gobierno de Nicolás Maduro?

La actual situación es bastante complicada. Algunos analistas sostienen que al gobierno venezolano lo sostienen las Fuerzas Armadas. Allí hay que hacer algunas precisiones. En realidad Venezuela es un país amenazado por EE.UU. y los gobiernos de algunos países vecinos, como Colombia, mantienen una disputa política con el gobierno de Venezuela. Estos gobiernos son adversarios del actual gobierno venezolano, pero no se puede descartar del análisis, que la política de EE.UU. se debe entender como una respuesta al alcance regional que tuvieron los pasados gobiernos liderados por Hugo Chávez, Más concretamente, las esperanzas que suscitaron para aquel entonces el proyecto bolivariano en el continente.

Cualquier salida en falso pondría en peligro la misma viabilidad de Venezuela como un proyecto nacional. Incluso las sanciones propiciadas por EE.UU. vienen impactando, no al gobierno, sino al mismo pueblo venezolano, y así han profundizado una vida cotidiana plagada de dificultades de todo tipo. De modo que me parece que la vía para resolver el conflicto regional debe decantarse en un llamado a una consulta, un referendo consultivo, para preguntarle a los venezolanos si creen conveniente acudir a unas elecciones generales donde se vean religitimadas todas las instituciones políticas. La presente crisis lo que ha hecho es poner los destinos del país en manos de lógicas geopolíticas propias de las potencias mundiales. Lo que habría que hacer es devolverle a los venezolanos el derecho de conducir su propio futuro a través de un referendo consultivo, mecanismo de participación contemplado en nuestra Constitución Bolivariana. 

 ¿Cuál es el futuro político del país? ¿Qué papel juega Juan Guaidó en ese futuro?

El futuro político de Venezuela está estrechamente vinculado a la superación de la actual coyuntura. El país debe superar ahora grandes obstáculos asociados con la crisis política interna, además de alejar al mismo tiempo las amenazas que provienen fundamentalmente del actual gobierno de EE.UU. Lo ideal es que los actores enfrentados logren concretar acuerdos que pasen por un proceso electoral. También estas negociaciones deben contar con el protagonismo vigilante del conjunto de la sociedad. Por eso es tan determinante la figura del Referendo Consultivo, contenido en los artículos 70 y 71 de nuestro texto constitucional. En este contexto la figura de Juan Guaidó es la expresión genuina de los intereses de Estados Unidos sobre el territorio venezolano. Guaidó representa la vía para la restauración del imperialismo en la región. Con esto no quiero decir que el gobierno de Maduro represente una garantía de defensa de la soberanía nacional. La política madurista ha sido entreguista en áreas fundamentales de la economía. De ahí que cobre sentido la premisa según la cual la salida política del conflicto venezolano debe orientarse por la recuperación del principio de soberanía popular, como paso previo para recuperar plenamente al país.