Escudo de la República de Colombia

Renegociación del Acuerdo de La Habana

9 de noviembre

Martes 25 de octubre de 2016. IEPRI. Universidad Nacional de Colombia

Relatoría

(a cargo de Francisco Giraldo Jaramillo, estudiante de Maestría en Estudios Políticos, IEPRI) 

En estas tres semanas la coyuntura política colombiana ha evolucionado rápida pero erráticamente, lo que nos ha traído a una suerte de statu quo extraño. Para el conversatorio de hoy se proponen dos ejes centrales. El primero de ellos es la renegociación del acuerdo (que era, recordemos, un escenario considerado muy improbable hace tres semanas). El segundo es la pregunta por los posibles mecanismos de refrendación en caso de que se obtenga un nuevo acuerdo.

 Nota del relator. Si bien las intervenciones estuvieron orientadas por los dos ejes propuestos, algunos de los panelistas extendieron sus reflexiones a otros aspectos de la situación actual del Proceso de Paz con las FARC-EP y de la situación del país. Con el propósito de que este documento constituya un insumo útil para próximos debates, en lo que sigue se retoman algunas de las ideas principales expuestas por los panelistas relativas a las dos preguntas planteadas. Cualquier imprecisión en las ideas aquí expuestas es de mi exclusiva responsabilidad. 

Panelistas: Ricardo Peñaranda, Mauricio García Villegas, Carlos Patiño, Iván Orozco, Jorge Orlando Melo, Marta Ruiz, Francisco Leal, Oscar Almario, Álvaro Tirado, Gabriel Misas. 

 

I. La renegociación del Acuerdo 

Un ambiente optimista, a pesar de todo. Tres semanas después del inesperado resultado del plebiscito, algunos panelistas consideran que el escenario no resultó tan perjudicial como se creyó que podía ser, y que de hecho, hubiera sido peor una victoria del “Sí” con el mismo margen. Y esto por una razón: si hubiera ganado el “Sí” (que seguramente no hubiera ganado con más de un punto), lo más probable es que Uribe hubiera asumido la vocería total del “No”, hubiera asumido la posición de negar los resultados aduciendo fraude electoral, y se habría generado un clima de inestabilidad institucional muy inconveniente que difícilmente habríamos podido superar.

Además, el resultado del plebiscito terminó por sacar a la luz, según algunos panelistas, que el movimiento por el “No” no era un movimiento unificado encabezado por un único dirigente, sino que es heterogéneo y que vela por distintos intereses; esta heterogeneidad del movimiento por el “No” no habría sido evidente si hubiera ganado el “Sí”.

Por otro lado, se señaló que el Nobel de Paz otorgado al Presidente Santos (anunciado en la madrugada del 7 de octubre) le da un empuje positivo al proceso y revela el apoyo internacional, y ese apoyo puede ser determinante.

Por último, los panelistas celebraron la disposición de las Cortes de aceptar un mecanismo de Justicia Transicional para llevar a feliz término el acuerdo de paz con las Farc. 

Voluntad política de renegociación. Si bien el clima es de incertidumbre y estamos, como se dijo, en un “statu quo extraño”, hay que destacar que hay voluntad política de diálogo y de renegociación (o, por lo menos, de no levantar la mesa de negociación) y que, a pesar de todos los “bemoles” y todas las precisiones del caso, es importante que este escenario se mantenga hasta el final del proceso. En este sentido, algunos panelistas resaltaron que hay que reconocer que las Farc hayan decidido no regresar al monte y reactivarse militarmente, si bien otros fueron tajantes en señalar que esta disposición obedece sobre todo a un cálculo estratégico acertado y no a una decisión motivada por la buena voluntad.

 

Premura. Todos los panelistas coinciden en que el tiempo está corriendo, y que hay que procurar avanzar rápidamente en la consecución, refrendación e implementación de un nuevo acuerdo. Esto obedece, para algunos, al riesgo inminente de desbandadas y de deserciones por parte de los guerrilleros rasos que están en una situación de parálisis muy compleja. Es deseable lograr llegar al nuevo acuerdo antes del final del año. 

Reforma tributaria. Se mezcló el tema del acuerdo de paz con la reforma tributaria, algo que precisamente quería evitar el Gobierno. Los panelistas que más abordaron el tema de la reforma tributaria, coincidieron en que hay una necesidad de hacerla, si bien señalaron algunos elementos que permiten pensar que no va a lograr lo que se proponía (gravar a los más ricos y proteger tributariamente a las clases medias y bajas). También señalaron la dificultad que existe en Colombia para lograr reformas tributarias estructurales, y que en este momento, después de la derrota en el plebiscito, el Gobierno se encuentra en el peor escenario posible para presentar la reforma en el Congreso y lograr que se apruebe. Se anticipa que cualquier mecanismo de refrendación y la implementación del eventual nuevo acuerdo van a estar mediadas por la reforma tributaria. 

Dos narrativas encontradas, dos perspectivas opuestas. Después del resultado del plebiscito, quedaron al descubierto dos narrativas. Por un lado, la narrativa del uribismo, que niega la existencia de un conflicto armado en Colombia, que concibe a las Farc como “narco-terroristas”, criminales, delincuentes comunes, y que niega la responsabilidad de otros actores. Por el otro lado, la narrativa que se construyó en la mesa de negociación y que reconoce la existencia de un conflicto armado, que reconoce su degradación, y que contempla varias responsabilidades involucradas. En este sentido, el país está frente a dos opciones: reforzar y validar la narrativa que criminaliza completamente a las Farc, con el riesgo de llevarlos a un punto en el que decidan dar por terminada la negociación, o buscar una modificación del acuerdo que conserve el espíritu y la narrativa de la segunda posición pero que incorpore modificaciones sustanciales en temas en los que las Farc, aceptando la derrota política del plebiscito, tendrán que ceder. 

Lo que se está renegociando. No hay claridad absoluta respecto a lo que se está renegociando. Se habla de más de 400 propuestas, pero la opinión pública no conoce más que algunas de ellas con base en algunos comunicados, rumores, y en los medios de comunicación. 

Lo que se puede renegociar. Algunos de los panelistas consideran que hay ciertos puntos en los que es factible hacer modificaciones razonables. 1) Sobre la justicia transicional. Es posible hacer cambios al modelo de justicia transicional que sean aceptados por las Farc y por buena parte de la sociedad colombiana (sobre todo aspectos técnicos). Sin embargo, hay aspectos de la justicia transicional que no deben ser renegociados (ver más adelante en Lo que no se debe renegociar). 2) Sobre la restricción de la libertad. Hay margen de maniobra para acordar ajustes en las restricciones de la libertad. La idea que se ha propuesto de crear ciertas “colonias agrícolas” puede ser fácilmente acordada. 3) Participación en política. Es uno de los puntos más delicados, y será en el que probablemente las Farc más tendrán que ceder. Asuntos tales como la no participación en política de personas involucradas en crímenes de lesa humanidad puede llegar a acordarse, y las Farc tendrán que aceptar que su derrota política y su poca legitimidad en la opinión pública deben verse reflejadas en los nuevos acuerdos. 

Lo que no se debe renegociar Algunos panelistas señalaron algunos puntos que consideran imprescindibles para alcanzar un acuerdo de paz sensato. 1) El tema de tierras. Considerado por varios panelistas como el eje del acuerdo. Se sabe que hay intereses económicos y políticos detrás de la no restitución de tierras, y una renegociación que impida la restitución de tierras a campesinos puede volver a llevarnos (o mejor, mantenernos) en una situación económica y social inconveniente. Si es cierto que el conflicto armado obedece, en buena medida, al problema de tierras en el país, el nuevo acuerdo debe mantener una política de restitución de tierras. 2) El modelo de justicia transicional. El Gobierno negoció con la premisa de que las Farc era una guerrilla no derrotada, y con ese principio, se formuló en La Habana un modelo de justicia transicional de “aporsonamiento”, es decir, un modelo que reconoce la degradación a la que llega una guerra de larga duración, que reconoce que todas las partes involucradas cometieron crímenes, y que por lo tanto, nombra a un tercero neutral que sea juez. El modelo alternativo que algunos sectores del “No” quieren instaurar, es un modelo de “sometimiento”, que niega que las Farc no fueron derrotadas militarmente, que desconoce las eventuales responsabilidades de otros actores involucrados en el conflicto, que por lo tanto, achaca toda la responsabilidad a las Farc. Cualquiera que sea el ajuste que se haga en la justicia transicional, es indispensable que se ajuste al principio de “aporsonamiento”, pues es el que le hace justicia a la realidad del conflicto colombiano. 3) Narcotráfico. Si se niega la conexidad del delito del narcotráfico con el delito político, se tendría que aceptar que el Gobierno colombiano negoció con delincuentes comunes, y esto le quita toda legitimidad al proceso de paz. La conexidad no puede perderse en el nuevo acuerdo.

El nuevo acuerdo Existe una probabilidad muy grande que el nuevo acuerdo se logre con el apoyo de un amplio sector de quienes votaron “No”, si bien no ven muy probable que todas las propuestas de Uribe sean acatadas. Es de esperarse que Uribe, de continuar con la posición que ha adoptado, termine por aislarse políticamente del acuerdo. 

Elecciones de 2018 En estos días se ha hecho evidente, para algunos panelistas, las sospechas que se tenían desde que se conocieron los resultados del plebiscito: que hay sectores políticos que buscan prolongar la negociación del nuevo acuerdo hasta las elecciones del 2018, lo que en todos los sentidos resulta inconveniente.

 

II. La refrendación del eventual nuevo acuerdo 

Mecanismo de refrendación. Es difícil saber cuál es el mecanismo que se va a utilizar; en este punto todo es impredecible. Se presentó una posición que, si bien casi todos los panelistas consideraron la mejor en términos ideales, también casi todos consideraron improbable: la refrendación debe hacerse por medio de otro plebiscito, y esto buscando que los nuevos acuerdos tengan legitimidad. Las posibilidades de que un nuevo plebiscito triunfe se incrementarían si, como algunos de los panelistas expusieron, un ajuste sustancial del acuerdo es aceptado por una buena parte de los que votaron “no” y por los abstencionistas “conscientes” (es decir, aquéllos que, teniendo las posibilidades materiales de salir a votar, decidieron no hacerlo).

Frente a esta posición se opuso la variante más pesimista, que considera que un nuevo plebiscito no puede darse en términos de tiempo razonables, y que es demasiado optimista considerar que las falencias estructurales de la democracia (que se revelan en la poca participación política de la ciudadanía, en la inclinación a votar por otros ajenos al acuerdo de paz) se van a resolver en el futuro inmediato. Como alternativa al plebiscito se expusieron posibles mecanismos de democracia representativa que involucran mecanismos de democracia participativa (o, en otras palabras, a través de un acuerdo en el Congreso combinado con escenarios de deliberación).

En cualquiera de los dos casos, se reiteró que hay que procurar evitar caer en los errores del Frente Nacional, a saber, dejar de lado y excluir sectores importantes de la sociedad. 

Reforma tributaria y Elecciones de 2018. Se reiteró, como ya se había anunciado en el conversatorio del 3 de octubre y en la primera ronda de intervenciones del conversatorio de hoy, que cualquiera que sea el mecanismo de refrendación, éste estará mediado por la reforma tributaria que el Gobierno presentó y por la perspectiva de las elecciones presidenciales de 2018. 

Escenario internacional. Coincide este momento político colombiano con las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Según quienes abordaron el tema, estas elecciones son vitales para el proceso de paz, pues la administración Obama ha sido clara aliada de la búsqueda de un acuerdo con las Farc (y es de suponerse que una eventual administración Clinton continúe con esta posición). Es impredecible saber qué puede ocurrir si Trump gana la presidencia de EEUU., pero es de esperarse que el apoyo se reduzca ampliamente, si es que no desaparece del todo.