Escudo de la República de Colombia

“No somos el ombligo del mundo”

8 de abril

Por: Mariana Delgado Barón

El Coronavirus nos ha obligado a hacer de la virtualidad una de nuestras grandes aliadas. Gobiernos, empresas, ciudadanos y organizaciones e instituciones han hecho uso de la tecnología para seguir funcionando, para comunicarse y para coordinar acciones. La forma de relacionarnos cambió, el escenario internacional también. Entrevistamos a Tathiana Montaña, profesional en relaciones internacionales, magíster en Ciencia Política, candidata a Doctora en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid-Universidad Católica de Córdoba en Argentina, con amplia experiencia en organizaciones sociales, desarrollo y cambio climático.

 

¿Cómo va a cambiar el escenario internacional? ¿Cómo van a cambiar las relaciones internacionales con esta pandemia?

 

Harari tiene muchas luces sobre eso. Para él, uno de los grandes problemas que hemos tenido en las sociedades globales es que ante problemas globales, los Estados responden de manera local. Esto se ha visto con el manejo que los Estados le han dado a la pandemia. El Coronavirus es un problema mundial, pero vemos a los Estados actuando cada uno por su lado, sin cooperar. El gran desafío es responder globalmente a un problema global. 

En términos del consumo, del cambio climático y de los recursos naturales, la pandemia debería servir para reinventar o reorganizar escenarios como las Naciones Unidas. António Guterres ha mencionado la necesidad de implementar un plan humanitario para ayudar a los países pobres. Si bien todo no puede pasar por la cooperación económica, es necesaria la cooperación en tecnología, en ciencia; por ejemplo hay más de 20 países intentando encontrar una vacuna y aún no se sabe a ciencia cierta cuál va a funcionar. Si se logran transformar las relaciones internacionales teniendo como foco la solidaridad y reciprocidad, tendríamos un escenario internacional más equilibrado y menos desigual. Preocupa la posición de China y de Rusia, que deja dudas sobre las cifras que manejan. Vemos también que las democracias no saben gestionar las crisis. Con el deseo queremos que el sistema cambie, pero eso no va a ocurrir de un día para otro.

 

Ya que mencionas el tema de la cooperación internacional y que vemos que el sistema es vulnerable, que las democracias son vulnerables, así como la economía ¿Generará esta pandemia un sistema internacional más justo? ¿Producirá el Coronavirus relaciones más equitativas entre los países?

 

Puede ser, con ayuda de la tecnología es posible. Vuelvo a Harari y a lo que dice de aprovechar la inteligencia artificial. Hoy estamos teniendo esta conversación por medio de una aplicación. Así como las relaciones humanas están cambiando, los países se van a ver obligados a hacerlo también. Con la pandemia se acabaron las reuniones en donde se gastaba un montón de dinero y de donde no salía ninguna conclusión importante. Hoy en día, nos reunimos virtualmente. La pregunta es si vamos a mantener ese estilo de vida. En este momento puedo comparar lo que está pasando en Colombia y lo que está pasando en Argentina. Colombia es un Estado centralizado, Argentina es federal, y están haciendo todo lo contrario. Argentina se está centralizando, por ejemplo el gobierno de Fernández centralizó el sistema de sanidad. En Colombia cada quien está viendo cómo soluciona su problema desde lo local y les ha costado mucho coordinarse institucionalmente. Me llama también la atención la polarización que existe en todo el mundo, en Colombia se ha agudizado más y en Argentina esa gran grieta se ha cerrado un poco, el gobierno de Fernández ha logrado unir a la oposición y trabajar con ella. La cooperación internacional debe volcarse hacia la solidaridad y generosidad. Todo eso está escrito, pero la humanidad no ha tenido la oportunidad de ponerlo en marcha, y así pasar de la teoría a la práctica.

 

Esa necesidad de reinvención que señalas, tú misma la has aplicado a tu vida, pasaste de un trabajo con organizaciones sociales y con la academia, a irte a vivir al campo ¿Cómo se vive la pandemia en Argentina? ¿cómo se vive en el campo?

 

Aún podemos estar la mitad del tiempo en Mendoza, la ciudad. La gente está tranquila porque el gobierno está dando certezas. En el tiempo que llevamos de confinamiento se han expedido varios decretos que les señalan a las personas lo que deben hacer. Hay una serie de medidas que hacen que de alguna forma nos sintamos protegidos, seguros y tranquilos. Argentina es un país extenso. Me ha impresionado mucho lo que está pasando con el tema de violencia de género. Por otra parte, el campo tiene que seguir andando, el agro en Argentina seguirá activo, tenemos que seguir produciendo. En el campo hay mucha solidaridad y confianza. Hay que confiar en la gente porque no tenemos de otra. La pandemia nos ha enseñado a confiar en el otro.

 

Con esta coyuntura ¿Crees que vamos a comenzar a valorar más el campo? ¿Es posible?

 

Ojalá. El desafío va a ser a nivel institucional, porque en el campo en América Latina, no hay una infraestructura para vivir. La idea no es hacer pequeñas ciudades, es llevar los servicios básicos como agua, luz y comunicación a los escenarios rurales. Eso lo veo muy lejano por la gran brecha social que tenemos.

 

Como ciudadanos, más allá de las medidas de autocuidado que se promueven como el lavado de manos, la desinfección, el uso del tapabocas en determinados momentos ¿Qué más podemos hacer?

 

La gente aprendió a respirar, aprendimos a escuchar la respiración y eso nos hace sentir vivos. Hay reconocer a otros seres vivos. Con el confinamiento comenzaron a salir otros animales, pájaros, osos, zorros. Una lectura para estos tiempos es “El dilema del omnívoro”, de Michael Pollen, quien nos señala que cuando dejamos de observar a otros seres y no utilizamos la vista, nos dejamos de reconocer como especie. Es necesario comenzar a reconocer a otros seres vivos. Nos adueñamos del mundo. Cada semilla que encontremos deberíamos guardarla. También hay muchos canales para ayudar. Esta es una oportunidad para pensar en el otro, no somos el ombligo del mundo. Ojalá que el mundo salga reinventado.